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A decir de Silverman y Ennis (2003,
citado por Macías, Rosiles, Pérez y
León, 2016) el surgimiento del
paradigma mediacional se dio gracias a
los hallazgos de algunos investigadores
de la psicología cognitiva (Doyle,
1975; Lee y Solmon, 1992; Shulman,
1986), entre otros, quienes observaron
que la estructura del paradigma
utilizado en el proceso de enseñanza
aprendizaje, en realidad estaba
conformado por tres elementos, por lo
que se le incluyeron los elementos
mediadores. La mediación pedagógica,
adquiere un nuevo sentido, porque
reconoce que la actuación del personal
docente no es lineal hacia una sola
dirección, sino bidireccional de manera
recíproca entre el estudiantado y el
profesorado. Y es evidente que se da a
través de la interacción con los
elementos que conforman su contexto.
(Macías et al, 2016).
La mediación pedagógica como una
alternativa para el acto educativo, está
ligada a la realidad que se quiere
transformar como el futuro que se desea
construir para lo cual, requiere el
proponer estrategias, actividades,
procedimientos y nuevas formas de
aprendizaje a fin de hacer posible el
acto educativo, como lo señalan Prado
y Gutiérrez (2015, citado por Forero et
al, 2016), para una educación
concebida como participativa, creativa,
expresiva y racional.
La mediación pedagógica es un
elemento indispensable para recobrar el
sentido en sí de la vida desde el
quehacer educativo que busca nuevas
relaciones del alumnado con los
materiales, contexto, otros textos,
compañeros y compañeras, docentes,
consigo mismo y su futuro (Romero,
Arellanez, Cortés y Ruiz, 2018).
Blanco, Vargas y Seco, (2018) señalan
que la Mediación Pedagógica trata de
integrar seis puntos fundamentales, que
le dan sentido a una propuesta
alternativa de educación; Se debe
educar para: la incertidumbre, gozar de
la vida, la significación, la expresión,
convivir y apropiarse de la historia y la
cultura.
En ese sentido, la mediación
pedagógica, cumple la función de
mejorar y estrechar la comunicación
entre el personal docente y cada
discente, dándole un sentido más
humano y favoreciendo la perspectiva
transformadora inherente a la
educación (Vargas y Martínez, 2015).
Por lo que se hace necesario desarrollar
cualidades deseables como la empatía,
entusiasmo, habilidades de
comunicación y que realmente
disfruten su trabajo.
Por consiguiente, la mediación
pedagógica, es más que una simple
interacción por ser dinámica y
transforma, modifica y construye
personas, por lo que se caracteriza por
sus valores y su dimensión emocional
(Sanceverino, 2016). Va más allá al
concebir al proceso educativo como
una interacción ética entre las personas
que se educan en sociedad y las
personas que están en el centro del
proceso, aportando sus experiencias
propias y su ser para el bien común en
la tarea de construirse a sí mismas.
Las personas mediadoras tienen como
función, guiar a las personas
aprendientes en la apropiación del