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Junio 2018 Vol 2 Nº 1
En este contexto de la dinámica comercial, la incidencia del
libre cambio y la integración de ciertas actividades productivas
con la economía mundial, rompen las estructuras productivas
tradicionales, la familia como centro productivo, sustituyéndolas
por la de la empresa como eje de producción y consumo, donde
la actividad principal es la producción a gran escala, para dar
cumplimiento a las exigencias del mercado externo. De esta
manera, como se plantea en el documento de investigación
“Desarrollo Regional e Internacionalización de las Regiones”
(Grupo de estudios regionales, 2004) de la universidad del
Rosario, la lógica de las actividades económicas, como ha
sido desarrollado en la teoría de los clásicos en su estudio
de la economía de mercado, la separación de las actividades
económicas, bajo la forma de división del trabajo, permitió el
paso de la lógica horizontal de territorio a la lógica vertical
de los sectores económicos. Es decir, se pasó de una relación
centro periferia de carácter interno a una relación de producción
comercial de dominación global sectorial, manejada por el
capital productivo externo.
Es así como en estos escenarios de desarrollo de actividades
productivas de la región, hacen presencia los efectos de la
globalización sobre los territorios, en el sentido de borrar las
fronteras, para lo cual la región se vuelve un solo y único
espacio, como lo argumenta Boisier (1998). En este sentido,
las economías de bajo o mediano desarrollo, como la nuestra,
requieren crecer de una forma articulada, sin exclusión de
grupos humanos, ni procesos productivos. Se deben articular
todos ellos a partir de los sectores económicos que logren
mayores procesos productivos, aprovechando las oportunidades
generadas por la globalización. En estas circunstancias una
de las manifestaciones de la globalización, está relacionada
con el espacio geográco, este aparece como un espacio vital
de la producción sin fronteras, lo que permite la creación y
explotación de la riqueza independientemente de su lugar de
localización. La región o nación toma una nueva identidad,
según (Boisier, El desafío territorial de la globalización, 1998)
cuando expresa de alguna manera que la región o nación
competitiva surge porque la globalización ha conducido a una
reducción del espacio de maniobra de los gobiernos nacionales.
El estudio de las teorías y enfoques del desarrollo regional
ha venido adquiriendo cada vez mayor importancia en el
país, ya que gran parte de estos enfoques están inspirados
en estudios socioeconómicos. Al respecto, (Lombano, 2000,
pág. 201) plantea:
“Sin pretender hacer una arqueología teórico-conceptual
sobre el regionalismo en esta parte del mundo, creo útil
considerar la perspectiva histórica y constatar las distintas
lecturas acerca de los procesos regionales y la búsqueda de
una integración regional. Es decir, replantear las opciones de
diálogo, convergencia o confrontación entre dos “visiones”
sobre el regionalismo: el Interamericano/ Panamericano y la
Integración Hemisférica y el de América Latina y el Caribe con
sus variados esquemas de cooperación e integración regional”.
De acuerdo a lo anterior, la realidad económica actual de los
países más avanzados, se caracteriza por su globalización, por
ser economías sin fronteras en donde información, empresas,
tecnología, cultura, procesos e insumos, recursos de capital y
nancieros y personas, uyen con mayor libertad e intensidad
de una nación a otra. Una de las consecuencias del fenómeno
de la globalización en los países desarrollados ha sido el
surgimiento de las regiones o áreas económicas naturales que
emergen en el marco de la redenición del Estado - Nación y
cuyo vínculo primario es con la economía mundial.
En este sentido, la práctica del Comercio Justo se establece
en la eliminación de intermediarios y la regularización del
comercio exterior, de manera concreta, con la formación de
ujos de distribución que utilicen reglas claras y especícas, a
través de la conformación de apoyo a los grupos cooperativos
en la región y que estén dispuestos a la aplicación de la teoría
de Comercio Justo. Así de esta forma, se pueden lograr marcas
para los productos, normas de conducta para las diferentes
organizaciones involucradas a lo largo del ujo del comercio, al
igual, que normativas sociales y ambientales para los productos
y productores. Es así como (Wills, 2006) describe:
“El estándar más común de la etiqueta Comercio Justo sigue
varios principios fundamentales: la creación de oportunidades
para los productores económicamente desfavorecidos, el pago
de un precio justo, prenanciación, transparencia y rendición de
cuentas, creación de capacidad, respeto por el medio ambiente
y la equidad de género. Guiados por principios similares, el
Comercio Justo también incorpora bajo su sello la doble
certicación de Comercio Justo Orgánico para la producción
orgánica, que resulta muy atractiva para los compradores y
consumidores de café”.
De manera adicional, las actividades que desarrollan las
empresas participantes de esta teoría del Comercio Justo son
diferentes, ya que depende de determinados factores internos
y externos dentro de la cadena productiva. Sin embargo la
acción más empleada radica en el precio justo, la cual como lo
plantea (Moore, 2015, pág. 9): “La Prima del Comercio Justo
(Fair Trade Premium) es una cantidad extra añadida al precio
mínimo pagada a los productores que se invierte en proyectos
de desarrollo social, medioambiental y económico para mejorar
sus comercios y sus comunidades”. En este mismo sentido,
como lo plantea (Ferro-Soto, 2013) se debe tener una:
“Producción mediante la organización de agricultores en
forma cooperativa y su comercialización mediante canales
certicados, bajo la denominación de café de Comercio Justo,
como un modelo de negocio viable para pequeños agricultores
REVISTA INNOVA ITFIP, 2 (1), 54-60 JUNIO 2018